Comienzo con este artículo a relatar una serie de alteraciones de tipo patológico en los caballos que tienen su origen, causa o factor predisponente y/o desencadenante en la alimentación, es decir, lo que damos de comer a nuestros caballos, la forma de hacerlo (número de comidas y tipo), sus proporciones en los alimentos, sus excesos y defectos de determinados nutrientes, sus formas de presentarse, molturaciones, tratamientos, procesos de conservación (silos, henos, verdes..). Todos estos detalles son factores determinantes en muchos casos, y coadyuvantes necesarios en otros, para desencadenar toda una serie de síntomas clínicos de no fácil diagnóstico, que conforman lo que se ha dado en llamar procesos patológicos o alteraciones fisiopatológicas de origen alimentario. 
La amplísima repercusión que la alimentación tiene en todo el metabolismo general de los animales y especialmente en el metabolismo hepático, renal, pancreático, muscular, tendinoso, reproductor, neurológico, inmunológico, desarrollo y crecimiento, circulatorio, músculo-esquelético (articulaciones y cascos) y lógicamente el propio y específico metabolismo digestivo, hace de ella un elemento de control y atención imprescindible en la cría y desarrollo de la actividad hípica,
Son muchas las alteraciones que se han conocido, muchas de ellas desde hace años y otras, aunque ciertas en la sospecha de su origen, se han ido pudiendo determinar con las técnicas analíticas que se han ido desarrollando a lo largo de los años y en constante evolución e investigación.
Con la descripción de las enterotoxemias, trato de divulgar de una forma lo más comprensíble posible, unos procesos cada vez más frecuentes de trastornos patológicos que he venido observando a lo largo de los años y de no fácil diagnóstico, que por su grado de incidencia y gravedad creo que vale la pena describir.
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